domingo, 26 de abril de 2015

¿Quién piensa por ti?

Este Sant Jordi ha llegado a mis manos un interesante título. He de reconocer que mi relación con la literatura universal, a excepción de algunos clásicos griegos y romanos y alguna que otra casualidad pasajera, se remonta a tiempos de instituto en que el concepto "lectura obligatoria" te hacía aborrecer grandes nombres y obras. Aún y estar bien informada de las novedades editoriales y de ser capaz de ponerle  apellido  a la mayoría de obras conocidas desde tiempos remotos, no he sido gran consumidora de autores consagrados.

Pero, siempre hay días especiales en tu vida que te hacen cambiar tu visión sobre las cosas que ya tenías interiorizadas. Ha caído en mis manos un título que, como mínimo, experimentará en mí un proceso de resocialización cultural. "Número Cero" de Umberto Eco nos acerca al mundo de la manipulación informativa, realidad que padecemos en el presente. Un gran manual que trata sobre la psicología y el lenguaje que hay que usar para captar la atención del público, los temas más escabrosos que permiten recaudar más dinero y las formas más sutiles de manejar al espectador/lector/oyente al antojo de cada uno. Al mismo tiempo, escudriña en la capacidad de algunas personas para salir victoriosas a costa de las desgracias ajenas y nos deja sus mentes al desnudo para que podamos ver cómo funcionan. 

Según Roberto Saviano, "Umberto Eco ha escrito una novela que es el manual de comunicación de nuestro tiempo". Fácil y rápida de leer, evocando momentos históricos conocidos por todos y utilizando figuras como la CIA o Mussolini, nos muestra que los medios - influenciados/coaccionados por las "altas esferas"- son los encargados de decirnos cómo debemos pensar. Aún y entrar cada dos por tres en una bobina histórica, de la que no soy muy fan, deja entender que lo importante es el sentido final que de ella se desprende. Irónico, Eco nos deja multitud de frases para apuntar en nuestras "libretas negras" y nos inculca la idea de que para evitar ser engañados debemos instalarnos en la sospecha.  Una verdadera manipulación de la manipulación, dónde el autor acaba haciendo con nosotros lo mismo que critica en su obra.

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